jueves, 25 de marzo de 2010

Escribir y fumar.

Me subo a un auto. Lo pongo en quinta en tres cuadras. Llevo anteojos de sol. Soy norteamericano, rubio y pintón. Una morocha soñada que se parece a la del video de Aerosmith y no se puso bombacha esta mañana, va en el asiento de al lado. Subimos a la autopista, bajamos a la ruta. Su vestido floreado toma más sentido entre el paisaje que de a poco se va haciendo montañoso. En el estéreo suena Zeppelin, luego Pappo: los 70s siempre me acompañan. Soy escritor: acuden párrafos enteros a mi cerebro, que los guarda sin trabajo en mi memoria. Las montañas nos aguardan: será California, Europa del Este, quizás China. No tengo padres; murieron en un accidente hace años, cuando me volví un poeta maldito y adicto a la heroína. El auto es rojo. Descapotable. Fumo y no se me arruinan los pulmones.
(Te extraño, la puta madre, ya no sé cómo gritarlo, cómo hacerte aparecer.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario